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Padre cualquiera, madre solo hay una…

Padre es el que cría no el que engendra… Frases comunes en muchas culturas mas sin embargo arraigadas en la mexicana; en la que se considera que aquella que pare es la que tiene derecho supremo sobre la vida y desarrollo de su vástago, incluso sobre el padre. Vamos partiendo del origen animal del hombre; el cual pertenece a los mamíferos que habitan el planeta tierra, y que como todas las agrupaciones de individuos de la misma especie existe una organización social que le permite no desaparecer del planeta. En esta organización animal – humana (del estricto punto de vista bio – social), desde su origen la responsabilidad de proveer es del macho y la de proteger es de la hembra, -eh de ahí de donde surge el conflicto “machista” y tema de otro blog-, por lo que de manera inconsciente -basándonos un poco en la teoría de Daniel Goleman – el genero masculino de nuestra especie esta ocupado en la supervivencia de la especia a través de la caza y de la transmisión del dicho arte a sus hijos varones, mientras la madre vigila por la seguridad de estos. Ahora desde el punto de vista exclusivamente humano, el raciocinio nos permite discutir por nuestros derechos e igualdades de genero, en donde la mujer exige ser tratada como igual y ser libre en la decisión de ser generadora y proveedora inclusive en los mismos términos que su contra parte masculina, lo que también a despertado en el genero masculino una lucha por ser considerado capaz de vigilar por el bienestar de sus hijos. Aquí es donde la campana del round...

¿Caperucita o el Señor Lobo “Feroz”?:

      …¿y el juicio del Señor Lobo?, ¡respetable animal de familia que tenia que salir a cazar para alimentarse!… A aquellos que vivimos en la época de los cuentos infantiles nos es muy sencillo recordar el cuento de una “pobre” niña que era devorada junto con su abuelita por lobo “malo y feroz” y que al ser “justamente” muerto en manos del “bondadoso” leñador, quien pudo sacar del vientre a tan inocentes víctimas, llenar de piedras el estomago a tan terrible animal y arrojarlo al río. Esa es la versión tan “hermosa” historia que mi madre me contaba. Que ¡malditos tan despiadados!, ¿y el juicio del Señor Lobo?, ¡respetable animal de familia que tenia que salir a cazar para alimentarse!, o sea, no soló lo mato, ademas lo descuartizo y continúo con el castigo del cuerpo ya sin vida llenándolo de piedras y arrojándolo al río. Pongamos de este modo las cosas: El Señor Lobo y la pobre Caperucita no eran animales de la misma especie. El Señor Lobo, no era mas feroz que cualquier otro carnívoro y la cual es la naturaleza de su especie, CARNIVORO, no herbívoro ni omnívoro. El Señor Lobo, no cría a otros animales para comerlos después ¡los caza!, así es, no los engorda y se preocupa por su sano crecimiento, ni los mima y chequea para matarlos “humanamente” y sin que “sufran”, para los quince de su hija. La señorita conocida como Caperucita Roja, andaba en el bosque ¡territorio del Señor Lobo!. La despiadada madre de la niña la mando sola a cruzar el territorio de este cazador. La abuela, necia...